En multitud de empresas de cualquier ámbito de negocio suele surgir un problema muy común, la mala planificación financiera, o lo que traducimos en generar un determinado nivel de endeudamiento externo sin una adecuada planificación de cómo hacerle frente.
El sector de la ganadería no es diferente. Son numerosas las explotaciones ganaderas que se han visto obligadas a cerrar a causa de sus deudas, a pesar de que su actividad se desarrollaba con normalidad y márgenes positivos. ¿Cómo es eso posible? La respuesta es muy sencilla, en ocasiones los ganaderos han adquirido nuevos animales para sus explotaciones sin el dinero necesario para afrontar dicha compra, por lo que se veían obligados a recurrir a métodos de financiación externos a su empresa, con unos intereses asociados que en ocasiones se comen buena parte del margen que el ganadero obtiene de su actividad.
El problema de verdad llega cuando tiene que devolver el dinero prestado, después de haber hecho frente a los intereses que si se me permite usar el símil han “dejado seca a la vaca lechera”, esto deja al ganadero en una difícil situación, ya que tiene que devolver el dinero que pidió prestado para comprar el animal pero carece de fondos suficientes.
Cuando se dan estos casos suelen darse dos opciones, o bien el ganadero se ve obligado a vender el animal para intentar pagar su deuda, acabado así con el elemento que le daba beneficios y devolviéndole a la casilla de salida, o bien refinanciar la deuda existente, normalmente a un interés más alto que lo único que consigue es hacer la bola de nieve cada vez más grande hasta que llega un punto en que colapsa, cuando lo que debe solamente de interés supera lo que genera por la venta de la leche (lamentablemente cada día menos) y se ve obligado a deshacerse de toda su actividad, a pesar de que su gestión operativa del negocio pudiese ser impecable.
¿Qué aconsejamos para tratar de solucionar esto? Nuestra recomendación es que los ganaderos estudien bien cada inversión que llevan a cabo, que se asesoren sobre las dimensiones optimas que puede tener su negocio, normalmente alejadas del máximo de su capacidad, ya que muchas son las empresas que han caído por intentar crecer más de lo que les convenía
con la idea de que ser más grandes siempre implica más beneficios, algo que no siempre es verdad.
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